lunes, 4 de octubre de 2010

La obra interior —el opus intestinum y el tramezzo di legno

En varios puntos de los capítulos de textiles y carpintería Semper se refiere al atrio de la casa romana.
Quien tan sólo examina la planta de una casa antigua se convence muy rápidamente de que es absolutamente necesario restituir imaginariamente las cortinas hoy faltantes para hacer que la casa se vea habitable. Esto resulta todavía más evidente si consideramos el modo de vida antiguo y por ejemplo recordamos que, al menos entre los romanos, la cama matrimonial del pater familias se ubicaba según la costumbre antigua en el atrio de la casa, el mismo lugar en el que la esposa rodeada por sus criadas realizaba sus tareas domésticas de hilado y tejido.
El amplio salón abierto en lo alto, que se veía desde la calle cuando la puerta de entrada estaba abierta, que era al mismo tiempo la sala de entrada, la parte pública de la vivienda, debía necesariamente contener un equipamiento de dispositivos especiales y particiones móviles temporales lo suficientemente flexible como para hacerlo apto para semejante diversidad de funciones sin destruir al mismo tiempo el efecto unificado del grandioso motivo en su conjunto. Estas separaciones no se extendían hasta la altura total de la sala, con lo que dejaban visible entonces el arreglo superior, cuyo efecto probablemente resultaba más potente a partir de este ocultamiento de lo que estaba por debajo.

Con el ejemplo Semper explica con gran claridad y elocuencia a lo largo de varias páginas, entre otras cosas, los conceptos que hoy llamaríamos cáscara y relleno (shell, infill) o, más difundidamente y cuestionablemente, obra arquitectónica y obra interior. Para el concepto de particiones móviles o de ubicación libre, terminaciones (revestimientos), y equipamiento fijo, Semper usa varias veces la expresión vitruviana opus intestinum, la obra interior. La discriminación en la casa romana (y antes en el palacio mesopotámico) entre el carácter de la obra interior construida o al menos concebida en términos de carpintería y textiles, y el de la cáscara de albañilería, se vuelve además un tema fundamental al tratar distintos tipos de columnas y esqueletos, y las puertas.

La animada reconstrucción y explicación que Semper hace del atrio romano se basa en textos clásicos y en las relativamente recientes excavaciones de Pompeya y Herculano. Semper no llegó a ver, sin embargo, la Casa del Tramezzo di Legno, “la casa de la partición de madera” descubierta en Herculano sólo más tarde. En esta edición de El Estilo se agregan fotos de esta casa, que recibe su nombre a partir de la partición que extraordinariamente se preservó sepultada en la lava (mucha de la obra de madera resultó incinerada en la erupción) y que hoy aparece colocada nuevamente en su posición original. Al tramezzo le falta un tercer tramo central igual a los laterales; cada tramo tiene en el centro una puerta doble con herrajes de bronce.

[click en las fotos para verlas más grandes]

Desde la entrada; al fondo el tablinum (la sala principal, que abre al atrio y al jardín)
y más allá el peristilo (el jardín aporticado)
Foto de Riccardo Helg

Desde las fauces (el zaguán)
Foto de Juan Altares

Desde el tablinum hacia la entrada.
La mampara avanza capturando espacio del atrio;
los cambios de solado marcan los recintos definidos por la mampostería.
Foto de pompeiisites.org




El tema mismo, además de la manera en que se lo trata, resulta hoy especialmente relevante; en parte por su relación con planteos modernos sobre la planta libre y las particiones flexibles, en parte por las jerarquías de control y variaciones de configuración en el tiempo que predica Habraken, en parte por el peso progresivamente creciente que tiene el equipamiento en el arreglo interior (por la transferencia de funciones del nivel de la cáscara al nivel del equipamiento, en términos de Habraken) y en parte porque la enseñanza formal de la arquitectura en el siglo veinte muchas veces se centró sobre todo en la cáscara, dejando a un lado la obra interior y el equipamiento que configuran junto con la cáscara la totalidad del espacio arquitectónico. Además de instructivo e inspirador, resulta sorprendente ver presentados estos temas con tanta claridad, y en términos tan “modernos”, antes del nacimiento de los maestros del movimiento moderno y usando como ejemplo a la casa romana; obviamente no se trata de temas modernos sino clásicos, intemporales, y que indudablemente tenían incorporados los maestros del movimiento moderno, formados en la tradición clásica.

[De alguna manera relacionado con esto, hay unos excelentes párrafos sobre la aparición del retablo en la catedral gótica, y la transferencia de la función de representación pictórica desde la pared, disuelta en una red de haces de columnas y tracería, a esta especie de biombo de equipamiento. Queda el tema para otro momento.]



Al leer las secciones sobre el “vestido” interior es imposible no pensar por ejemplo en los contrapuntos de estructura y paramentos del primer Mies van der Rohe,  incluyendo no sólo los tabiques sino también las cortinas y alfombras, de importancia igualmente fundamental —a las que no sólo se les presta mucha menos atención que a las particiones de ónix y ébano sino que frecuentemente ni siquiera aparecen en los dibujos; probablemente por limitaciones de formación no se ve la alfombra, se la filtra en la mirada arquitectónica, mientras la grilla ordenadora del solado del plinto (“arquitectónico”) suele adquirir en los dibujos un peso gráfico enorme.

Foto de Martin van Dalen


Foto de dailyicon,
[aparentemente originalmente en Frank Schulze, Mies van der Rohe: a critical biography]

El Pabellón de Barcelona según el plano publicado en (el por lo demás excelente)
Peter Carter, Mies van der Rohe at work. 
El plano muestra los muebles, pero no los paramentos textiles.
Con el mismo criterio se presentan las plantas de las demás obras.


Cuestiones de diseño que, obviamente, aparecían desde el primer diagrama de concepto en el autor.

Sala de conciertos, 1942
Collage sobre una fotografía de la planta de Glenn L. Martin Aircraft en Baltimore, de Albert Kahn
De Peter Carter, Mies van der Rohe at work. 
Hay varias versiones de este collage; una en el sitio del MoMA,
en bellos colores y con un molesto Escriba Sentado en primer plano.

Viene a la mente también la comparación con los dibujos publicados de la casa Eames, siempre enfocados en la estructura metálica de carácter industrial, y el arreglo interior barroco que hicieron en ese marco los mismos Eames. Como antítesis, el equipamiento de anaqueles de libros y los cubículos de lectura de la biblioteca de Exeter de Louis Kahn que, sin dejar de ser obra interior, asumen un rol monumental, y que llamativamente y de manera aleccionadoramente dolorosa han quedado rápidamente fuera de época con los cambios en el sentido y uso de las bibliotecas (los cubículos, directamente sin uso); con lo que un cambio en el equipamiento produciría un cambio significativo en la imagen monumental del edificio.

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