martes, 28 de diciembre de 2010

Carpintería: la arquitectura normanda

El Estilo se estructura en cuatro grandes partes dedicadas a las “clases técnicas” (textiles, cerámica, carpintería, y estereotomía), y una quinta parte dedicada a la metaltécnica, que reúne en sí las posibilidades de trabajo de las cuatro clases, y entonces permite también combinaciones que le son exclusivamente propias.

Cada clase técnica se analiza en dos capítulos, uno dedicado a los aspectos formales “absolutos”, “puros” o “abstractos”, característicos de la clase técnica y de sus usos independientemente del material y de su proceso de elaboración, y otro dedicado a los aspectos técnicos e históricos, es decir al seguimiento de cómo van produciendo variaciones en las posibilidades estilísticas la evolución técnica y las circunstancias personales, sociales y culturales (éstas comentadas siempre brevemente, como adelanto de lo que sería el tercer tomo de
El Estilo, finalmente nunca escrito).

A continuación fragmentos de la sección técnica-histórica de Carpintería que trata sobre la arquitectura tradicional escandinava. El listado de temas del capítulo 8 en el que aparecen, Carpintería: aspectos técnicos históricos, es el siguiente: 



  Acerca de los materiales
    La construcción de barras, en madera
    La construcción de barras, en metal
    Construcción hueca y la construcción de celosía (madera y metal)
    La tectónica de piedra
  La tectónica grecoitálica
    Mobiliario          
        Estilo arcaico
        Segundo estilo, dórico temprano
        Estilo tercero o delicado (llamado severo)
        Estilo cuarto o perfeccionado
        Estilo alejandrino-romano
        Estilo bizantino del mobiliario
    Arquitectura de madera
        La choza primitiva
        Arquitectura de madera toscana-romana
        La obra interior
  Tectónica del Medioevo
    Mobiliario          
        Mobiliario eclesiástico gótico
    Arquitectura de madera
        La mansión feudal escandinava
        La iglesia de madera escandinava
        Edificios de entramado del medioevo
        El entramado del oeste alemán
        El entramado del sudeste de Alemania
        Construcción de troncos: la casa suiza
        El cielorraso de madera medieval
        La panelería medieval
  El Renacimiento  
    Consideraciones generales
    Amoblamiento          
    Arquitectura de madera
        Obra interior de madera


[El siguiente texto es una traducción original, publicada aquí como adelanto de la próxima edición de Gottfried Semper, El estilo en las artes técnicas y tectónicas en español, e incluye notas del traductor (†[N. T. E.:… ]) e imágenes agregadas especialmente a esta edición. Se autoriza la reproducción total o parcial con la atribución al traductor, Juan Ignacio Azpiazu, e indicando como fuente www.semper-estilo.blogspot.com.]

§ 149 Tectónica del medioevo: arquitectura de madera
La destreza de los pueblos bárbaros europeos en la construcción en madera era elogiada ya por los antiguos.
César describe y elogia la construcción de las murallas de los galos, realizadas mitad de tirantes y mitad de sillares.
Vitruvio describe a los galos, hispanos y lusitanos como expertos en la construcción de entramado de madera, a los colcos como diestros en la construcción de troncos. Tácito se refiere a una arquitectura ricamente decorada (policroma) de los germanos. Las conquistas de las tribus germanas en los territorios del imperio romano van acompañadas de una revolución en las formas sociales y en los métodos de construcción de las respectivas provincias, que sólo se vuelve explicable suponiendo que principios políticos y arquitectónicos previamente establecidos reaccionaron de manera consciente y activa contra los de la envejecida civilización romana.
† [N. T. E.: Fachwerk, literalmente “obra de paneles, de compartimientos”, se refiere a la construcción de entramado de madera con entrepaños cerrados con albañilería, que en el caso que comenta Vitruvio (2.1) es de cañizo y barro. En inglés, half-timbered; en francés pan de bois o à colombages; los romanos rellenaban los paños con mampostería irregular y llamaban al sistema opus craticium. Tratado en detalle en § 152.] 
Gregorio de Tours [siglo sexto], el cronista de los reyes merovingios, hace muchas referencias a un método de construcción propio de los francos, con formas artísticas [Kunstformen] tomadas de la construcción en madera. La residencia real era una granja abierta, rodeada de pórticos de obra de madera cuidadosamente pulida y delicadamente tallada, ejecutada en un estilo original y de ningún modo carente de elegancia.
Ahora, si bien el arte clásico siguió vigente incluso en la época de su más extrema decadencia y en sus elementos principales fue incorporado por los bárbaros, aficionados al lujo y la comodidad, de todas maneras estos elementos fueron transformados totalmente —en parte por la influencia de las diferentes formas sociales del norte, y en parte por la influencia más específica de la artesanía nórdica, que mantuvo parcialmente sus tradiciones.
Esto vale para la arquitectura de la Edad Media temprana nórdica tanto secular como religiosa; entre las influencias de las que surgieron, las tradiciones constructivas nórdicas antiguas, en tanto estrechamente ligadas al modo de vida nórdico antiguo, no son para nada insignificantes.
Si es seguro que la mayoría de las primeras iglesias cristianas erigidas en los países trasalpinos bárbaros y barbarizados inmediatamente después de su conversión al cristianismo fueron estructuras de madera debidas a misioneros del norte, principalmente escoceses e irlandeses, que traían consigo sus tradiciones edilicias, entonces no cabe duda de que estos edificios debieron responder a un cierto tipo que se impuso junto a la influencia de todos modos predominante de la tradición eclesiástica general. Tampoco puede haber duda de que este tipo debió haberse transferido en parte a las iglesias de piedra que unos siglos más tarde reemplazaron a los modelos de madera.
Queremos intentar identificar estas influencias con alguna mayor precisión, pero debemos primero dirigir nuestra atención a la escasa información disponible acerca del modo de construcción nórdico antiguo tal como era en los siglos de inmediatamente anteriores y contemporáneos con la introducción del cristianismo, así como a los restos de la anterior arquitectura de madera del norte.

§ 150 La casa señorial escandinava
Las condiciones culturales germanas antiguas se preservaron por más tiempo con su carácter original en el norte lejano, en donde lo germánico estuvo menos expuesto a las corrientes de la historia y por lo tanto siguió el curso de su desarrollo con el mínimo de perturbaciones. El norte ofrece también la única fuente inalterada de tradiciones germanas antiguas.
En el norte los germanos aparecen como una sociedad constituida aristocráticamente, cuyas condiciones no son disímiles de las de la época heroica de los griegos.
Esta similitud surge de la manera más llamativa en lo relativo a la vivienda, en la disposición de la casa señorial nórdica antigua, y por cierto en una manera en que automáticamente parece reconocerse nuevamente entre ambos pueblos indogermanos, los helenos y los germanos, relaciones de un parentesco originario.


Planta y corte transversal del megaron (el salón señorial, o salón del trono) del Palacio de Tirinto.
Middleton, “A Suggested Restoration of the Great Hall in the Palace of Tiryns”, en
 The Journal of Hellenic Studies vol. 7 (1886)

Corte del anterior. La reconstrucción del armazón de techo es conjetural, y hay interpretaciones diversas acerca de cómo habría sido la entrada de luz.
Middleton, “A Suggested Restoration of the Great Hall in the Palace of Tiryns”, en
 The Journal of Hellenic Studies vol. 7 (1886)
 

Al igual que la casa señorial homérica, la nórdica se levanta en un patio cercado, a menudo amurallado; su muro perimetral es lo suficientemente grueso como para servir de defensa en los asaltos.
El patio consiste de dos partes, el patio externo y el patio de la vivienda propiamente dicho. El primero es para graneros y establos, el segundo para edificios que sirven de vivienda a los hombres.
El edificio principal de vivienda concuerda con el megaron homérico, un salón rectangular subdividido en tres naves por una doble fila de columnas de madera (setstokkar). En el medio de la fila de pilares del sur o del este* se levanta el lugar del patriarca, el asiento de honor (öndvegi). Del lado opuesto, sobre una tarima algo más baja, está el segundo asiento de honor. Hacia ambos lados de estos asientos elevados se extienden bancos, más altos del lado del primer asiento de honor y más bajos del otro. El espacio del medio es lo suficientemente ancho como para poder encender un fuego y que los hombres puedan seguir tratándose sin dificultad.
* Las casas se orientaban a veces de oeste a este y a veces de norte a sur. En el primer caso el trono de honor se colocaba al sur, en el segundo al este, siempre contra la luz. Ver Karl Weinhold, Altnordisches Leben, excelente libro del que se ha tomado la mayoría de lo dicho aquí.
Las cuatro columnas de los asientos altos son más altas que las otras; rebasan el techo y cada una está decorada en lo alto con una cabeza de Tor tallada. Entre ellas, en la máxima altura del techo, se tiende un marco (brúnáss) que forma una entrada de luz y al mismo tiempo una salida de humo, y que puede cerrarse con un cajón. Sobre este marco (el arca del cavaedium [el patio interior] romano) se apoyan los cabios del techo, que entonces no termina en punta sino aplanado. El salón toma entonces la altura total del edificio, incluyendo el espacio de techo, y no tiene ninguna ventana lateral*.
* Todavía hoy en algunas construcciones rurales del norte se ve una disposición similar. En algunos casos ya en tiempos relativamente antiguos se colocaba un cielorraso envigado y se separaba el espacio de techo, y consecuentemente la casa recibía también ventanas laterales. 
En el extremo del salón se extiende en todo el ancho del edificio un entablado elevado, llamado banco transversal, que forma el asiento de las mujeres (el mychos de Homero). Esta amplia tarima está cerrada con celosía, detrás de la cual las mujeres realizan sus tareas. Pero al mismo tiempo tienen una vista del salón de los hombres y toman parte en la conversación.
† [N. T. E.: Querbank en Weinhold y Semper; los términos nórdicos que da Weinhold son þverpallrforstallrquinnanbenkr; se habla consistentemente de “bancos”, pero frecuentemente la descripción detallada se refiere a tarimas que servían indistintamente de asiento o cama, y así es como se ven en las emparentadas “casas largas” sobrevivientes en Islandia: las naves laterales tienen un piso entablado a un nivel superior que el piso de tierra del paso central, conformando estas plataformas los “bancos largos”.]
Los naves laterales del salón generalmente están tomadas por gabinetes, para dormir; a veces no los hay y en su lugar se colocan asientos (handriđar) para conversaciones más privadas. El espacio entre la tarima de las mujeres y los últimos pilares forma una especie de nave transversal con anexos (afhús, klofar) que sobresalen por fuera de las paredes principales del salón y sirven de depósito.
Delante del salón, opuesto a la tarima de las mujeres, está el [staf]gólf, el vestíbulo con el hogar bajo de piedra (skorstein). El [staf]gólf está abierto hacia el salón y algo más elevado, de modo que se desciende hacia el salón.
Al [staf]gólf llevan las dos entradas desde el exterior, que están sobre los dos lados largos, opuestas entre sí. Por delante de cada puerta hay otra antecámara, que nuevamente está cerrada con una puerta (la puerta exterior). Además hay puertas secundarias.
Las antecámaras son lo suficientemente grandes como para poder usarse como depósitos de leña y bebidas.
Así se conforma la planta del edificio principal —un edificio articulado compuesto de unidades yuxtapuestas, y así se manifiesta también en alzado, como se mostrará.


Dibujo de reconstrucción de la llamada casa de Erico el Rojo, del siglo décimo, en base a restos excavados en 1997-97. Eíriksstaðir, en Búðardalur, Islandia. Las viviendas islandesas tenían como particularidad el recubrimiento aislante de tepes, pero el orden general del salón responde notablemente a la descripción de Weinhold, que se basa exclusivamente en las sagas. Otras casas muestran depósitos adosados, también según la descripción.
Dibujo publicado en Fitzhugh y Ward, Vikings, the North Atlantic saga (Smithsonian Books).
Antes debemos mostrar el mismo principio de separación, característico del estilo arquitectónico escandinavo, por fuera de este edificio central, en lo que lo rodea.
En primer lugar las construcciones de vivienda. Entre éstas está el skáli (chalet), originalmente una choza de madera, una caseta, que luego adquiere dimensiones enormes. Un skáli aparece descripto como de veinticinco brazas [45 m] de largo, trece codos [5,9 m] de ancho y trece codos de altura; otro de cuarenta codos [18 m] de largo y diecinueve [8,6 m] de ancho, íntegramente revestido en panelería. Era calefaccionable y servía para los más diversos usos domésticos, tenía espacios compartimentados laterales y un entrepiso suspendido (lopt ). Principalmente puede haber servido como alojamiento para sus numerosos dependientes. Además había pabellones para cuartos separados: cuartos de recepción, cuartos para los dependientes, cuartos de baño, cuartos de estar, y de mujeres —entre éstos la skemma, la sala de trabajo de las mujeres (la Kemenate de las mujeres alemanas).
† [N. T. E. : pronunciado loft; el término nórdico antiguo significa tanto aire (alemán Luft, inglés aloft y lift) como piso superior, altillo. Cuando aparecía, el piso inferior se usaba de despensa y el lopt se volvía el piso principal, con arcones y revestimientos, usado como dormitorio y para “sala de beber”; en las disposiciones más tardías se lo subdividía en habitaciones con acceso independiente desde la galería exterior. Weinhold, Altnordiches Leben (1856), pág. 226.]
†† [N. T. E.: el término deriva del latín caminus, hogar (chimenea), altoalemán antiguo cheminâta; usado en general para las habitaciones comunes o principales, calefaccionadas.] 
Algunas de estas construcciones, en una disposición más tardía, tenían un piso superior con acceso desde el exterior por medio de una escalera externa, que conducía en primer lugar a una galería abierta que corría a lo largo de la pared. En el interior una puerta trampa vinculaba con el nivel inferior.
El pabellón de dormitorio contenía sólo espacios de camas. En la saga de Olaf el Santo se describe un pabellón de dormitorio particularmente bien dispuesto. Había cuatro puertas exteriores colocadas en las cuatro paredes del edificio cuadrado; desde cada una de ellas conducía al centro una doble fila de columnas de madera recubiertas en bronce. Resultaban así cuatro cuadrados dentro del salón, que por medio de particiones bajas de tablas formaban dormitorios separados. En el cruce de los cuatro pasajes se levantaba sobre una tarima rodeada de bancos la cama del señor.
Además había edificios de tierra(sótanos), a veces debajo de los pabellones, a veces en el exterior; estos últimos se conectaban con los pabellones por pasajes subterráneos, para el rescate en caso de incendio u hostilidades.
† [N. T. E.: Erdhäuser; Semper sigue a Weinhold en Altnnordisches Leben, usando sus adaptaciones al alemán de los términos nórdicos; en este caso Erdhaus por iarðhús.]
Qué tan lejos se iba en la separación de los espacios necesarios para la vivienda lo demuestra el hecho de que también la cocina era una construcción separada; separados de ésta a su vez estaban el horno de pan y la despensa (stockabûr) aislada sobre pilotes. Después había arsenales y edificios externos como depósitos de armas y equipo. Las letrinas también eran edificios separados, a menudo de tamaño considerable*.
* El retrete de la hacienda de Olaf Tryggvason tenía dos filas de once asientos cada una. Ver el plano del monasterio de Sankt Gallen [Saint Gall], en Suiza, publicado por Ferdinand Keller.
Redibujo del plano hallado en el monasterio de St. Gall.
El pabellón de retretes es  I, en el centro del cuadrante derecho superior.
De Encyclopaedia Britannica, 1911

Reconstrucción, según Lasius.
El sistema de un pabellón para cada función.
De Rahn, Geschichte der bildenden Künste in der Schweiz.  

Detalle del plano de St. Gall
Pabellón de retretes (arriba) y de baño (centro)
Publicado online por el Institute of Advanced Technology in the Humanities

Esto se refiere solamente a los edificios para vivienda. El mismo sistema de aislamiento se manifiesta en los edificios de granja. El secadero, la maltería, los almacenes (graneros, depósitos, pajares), los establos: cada uno era independiente y tenía su propio techo.
En alzado el estilo de construcción nórdico responde al mismo principio de aislamiento: cada parte de las que componen la planta se expresa como tal también en alzado, tiene su propio techo. De modo que el conjunto forma un grupo de espacios que se disponen alrededor del techo principal unificados según el principio de la subordinación en la multiplicidad.
Este sistema de habitación no está en modo alguno determinado por el clima; más bien es claro que en el norte lejano, en Islandia y Noruega, debe haber resultado en grandes complicaciones. Es señal más bien de una tradición edilicia importada, que recuerda en parte a la meseta asiática y a China, en parte a las más antiguas construcciones grecoitálicas. Forma el más nítido contraste con el sistema sajón antiguo, en el que en la medida de lo posible todo —gente, ganado, y cosecha— se protege con un único gran techo. El sistema sajón pudo haberse desarrollado en el norte mismo a partir de condiciones sociales originarias; el nórdico debe haberse traído plenamente conformado. Una evidencia de la migración más tardía de las tribus escandinavas, que permanecieron más tiempo en Asia que sus tribus hermanas del sur, y que quizás también tomaron un camino distinto que las puso en contacto con la meseta asiática.




Vivienda sajona
Imágenes del archivo Semper que no fueron incluidas en la edición final de Der Stil.
Del archivo del GTA, ETH

Esto último se verifica especialmente también en la construcción nórdica en madera, que está estrechamente emparentada con la china-mongola. Si bien también aparece la construcción de troncos, lo característico de la construcción nórdica en madera es de todos modos la pared de tablas ensambladas insertada entre columnas verticales*. El techo no tiene conexión alguna con las paredes, de modo que con algún esfuerzo se lo puede tirar abajo. Está recubierto con tejuelas, o con corteza de abedul, y desciende hasta una altura muy baja. Los hastiales están encajonados y decorados con tablas talladas.
* Dahl [Denkmale einer sehr ausgebildeten Holzbaukunst, parte 3], lám. 8, de donde se ha tomado el detalle del grabado. El assemblage à grain d’orge [“ensambladura a grano de cebada”: un borde de tabla terminado con perfil en cuña o “v” introducido en otro rebajado con la forma inversa], tal como se lo usó en mobiliario hasta el medioevo tardío.
[Detalle de pared, iglesia de Heddal en Telemark, Noruega. Siglo trece.† 
 † [N. T. E.: en noruego Heddal stavkirke (en textos anteriores a 1918, Hitterdal). El nórdico antiguo stafr, noruego stav, significa poste. El tipo estaba difundido por todo el norte de Europa. Las iglesias sobrevivientes tienen un armazón cuyos postes principales descansan sobre soleras que apoyan sobre piedras, y entre la solera y una viga superior se tienden verticalmente los tablones ensamblados que muestra el grabado. Las del tipo anterior tenían los postes principales fundando directamente sobre el terreno y sólo los tablones de pared sobre la solera; las más primitivas la pared definida directamente por la pared de tablones que fundaba a modo de empalizada en una zanja de grava, sin armazón principal; de estas dos últimas clases, en las que la madera estaba en contacto directo con el terreno, sólo quedan huellas de fundaciones. 
El grabado, basado en el dibujo de Dahl, aparece rotado incorrectamente en las ediciones de Der Stil de 1863 y 1878, mostrando los tablones horizontales. Se lo ha rediagramado aquí según las instrucciones de Semper tal como aparecen en los dibujos originales archivados en  el archivo de Semper, GTA, 20-163-1-288 A y B.] 

Foto Svein Harkestad
La talla de madera nórdica, no menos notable en estas estructuras de madera, también se retrotrae a motivos de Asia Oriental pero desarrollados de manera propia. 
La madera es el material de construcción auténticamente germánico [Weinhold, Altnordisches Leben]. 
En los trabajos en madera encontramos al arte nórdico antiguo en su propio terreno; con esta tradición, así como con otras ya señaladas, se prepara el estilo de piedra medieval.
La talla (siempre policroma) se emplea especialmente en las proyecciones (cabezas de vigas, cabios, y similares), que terminan en todo tipo de formas animales caprichosamente curvadas y entrelazos; pero también los marcos de puertas, las columnas, y la panelería de pared están recubiertos a menudo con tallas poco profundas, como con tapices. Las sagas hablan muy elogiosamente de este tipo de trabajos. El más renombrado era la panelería de pared y cielorraso de la casa de Olaf el Pavo Real [Olaf Pfau, u Olaf Höskuldsson, fines del siglo décimo], cuya talla era más bella que el bordado de tapices, como cantaba el skald [poeta] Úlfr Uggason en unos versos al respecto. Nos ha llegado el nombre de un famoso tallador, Thord Hraeda, que había decorado maravillosamente con su arte su propia casa en Islandia, de la que se preservaron algunos fragmentos hasta el siglo dieciséis.
Las representaciones figurativas de estas tallas más antiguas presumiblemente apenas se habían separado del ornamento y probablemente se parecían a las tallas que todavía se preservan de las iglesias de madera noruegas, de las que ya se hizo mención arriba. Es dificil demostrar convincentemente qué tanto se mezcla en estas esculturas la tradición bizantina con la genuinamente nórdica, y cuánto pertenece a esta última; pero bien podemos estar encontrando aquí mucho más de origen asiático que lo que se supone habitualmente.
El hecho de que en las antiguas sagas se compare a la talla con tapices lleva nuevamente al ya repetidamente destacado parentesco estilístico entre ambas actividades artísticas, y también demuestra el uso de tapices de lujo en viviendas y lugares sagrados.


Tallas en la iglesia de Heddal.
Foto Jung Kwan Han
El piso estaba hecho sólo de arcilla apisonada y cubierto con paja o juncos, pero para celebraciones se lo recubría con telas y las paredes recibían costosas colgaduras, generalmente de color azul oscuro, e incluso más costosas con imágenes bordadas, representaciones de viejas historias y figuras heroicas, que surgían de las hábiles manos de las mujeres*. Con la introducción de la cristiandad los bordados nacionales son reemplazados por las imágenes de santos bizantinos. Este lujo en las telas se extiende también al mobiliario, a camas, bancos, sillas, y también más tarde a la vestimenta.
* El tapiz de Bayeux es un genuino bordado nórdico de este tipo, aunque pertenezca a una época algo posterior y se haya producido bajo la influencia de la cultura franca. 

§ 151 La iglesia de madera escandinava*
* La planta de la iglesia de Borgund (en la ilustración) sería la del salón señorial nórdico antiguo si en vez de al interior de la iglesia las entradas laterales llevaran a una esclusa o antecámara, lo que ciertamente también está de alguna manera latente en la antecámara occidental. Incluso la disposición en atrio del techo todavía se expresa en la torreta en el centro del techo principal, que debe entenderse como una transformación posterior del tipo original (un lucernario en el techo). Todas las ventanas laterales [de la casa señorial], como se señaló, son disposiciones posteriores, de modo que presumiblemente la iluminación original llegaba desde el techo.
A la antigua casa señorial debimos reconstruirla tan sólo a partir de las sagas, pero la iglesia todavía se presenta ante nuestros ojos en ejemplos bien preservados y confirma maravillosamente en todas sus partes la caracterización de la arquitectura nórdica que hicimos en la sección anterior.
Planta de la iglesia de Borgund, según Dahl
Foto Micha L. Rieser

Foto Micha L. Rieser
No deseamos detenernos sólo en la notable correspondencia entre su planta y la del salón señorial nórdico, si bien esta circunstancia es lo suficientemente importante como demostración del carácter originario de ambos (en estas iglesias también se ha querido reconocer el modelo bizantino); nos interesa más dirigir la atención a cómo también en las iglesias el principio de la independencia de las unidades espaciales que las conforman se manifiesta con tal claridad que casi no queda duda alguna de que ha operado aquí una cierta consciencia estética arquitectónica.
Estas iglesias no son edificios de planta central a la manera bizantina, más bien se asemejan en planta a una basílica corta, pero sí lo son en el sentido del agrupamiento libre de espacios alrededor de un espacio principal dominante aunque de ningún modo completamente subyugante, y sí lo son en el sentido de un principio pintoresquista que fue trasladado al estilo de piedra tanto secular como eclesiástico y que en el norte se mantuvo vigente, si bien la consciencia del mismo se vuelve difusa en la dirección seguida hacia el final del primer milenio en el desarrollo de la basílica románica, de modo que sólo continuó siendo tradicional en los edificios medievales seculares, que del estilo gótico sólo tomaron formas decorativas. Los agrupamientos pintoresquistas de las masas y los animados perfiles de nuestras ciudades medievales son nórdicas antiguas, románicas, y no góticas; el estilo gótico está claveteado sobre ellas, y con sus techos apuntados es más lo que las estropeó que lo que las embelleció. Difícilmente pueda alguien sinceramente reconocer una correspondencia entre las basílicas gigantes góticas y los mares de casas de los que surgen como ballenas, ni un efecto lejano pintoresco o incluso arquitectónico; pero los edificios de planta central magníficamente agrupados del Bajo Rin se demuestran también en este sentido productos de un tratamiento sumamente consciente artísticamente del principio espacial-arquitectónico pintoresquista descripto arriba. El mismo principio celebra una segunda victoria en el edificio cupulado del Renacimiento, aunque éste, llamativamente por cierto, abandona el mismo principio casi completamente en los edificios seculares; al menos éste es el caso en los palacios de las capitales italianas de los siglos dieciséis y diecisiete. Por supuesto que el elemento pintoresquista de la arquitectura debía en el sur aparecer en contextos completamente distintos que en el norte —pero en cualquier caso hay en la arquitectura palaciega del Renacimiento una carencia en este sentido. El Renacimiento francés intentó suplirla a su manera, por cierto que frecuentemente a costa del reposo y de la escala.
De todas maneras esta tarea de la arquitectura no fue cumplida completamente ni por los ejemplos mencionados ni por ningún otro, y su resolución queda reservada para el futuro.
Las iglesias de Colonia de Sankt Maria im Kapitol, Sankt Aposteln, Sankt Gereon, y Sankt Martin, y las emparentadas que estuvieron o todavía están en el Rin y otros lugares del antiguo dominio carolingio, son descendientes y expresiones pétreas de una idea arquitectónica que ya estaba claramente presente en las iglesias de madera de los misioneros del norte, en cuyo reemplazo se erigieron hacia el final del primer milenio.


Sankt Maria im Capitol
Foto Arnim Schulz
Foto Chr. Röske
Seguimos y vemos en más de un detalle característico del estilo románico del Bajo Rin la influencia directa de la construcción en madera y ciertas particularidades de la arquitectura de madera nórdica antigua. Por ejemplo las galerías bajas o pasarelas de las iglesias nórdicas, semicerradas y soportadas por barandas de madera, no nos parecen imitaciones de las galerías con arquerías bizantinas o románicas, sino que a la inversa éstas, tal como aparecen con mayor frecuencia y probablemente también más temprano en el Rin y en el norte de Italia lombardo, nos parecen inspiradas en aquéllas. El soporte bajo y distanciado responde perfectamente al estilo de la madera; se distingue como perteneciente al mismo ya en las representaciones egipcias de las más antiguas columnatas de madera.
Ciertamente que la forma de arco tal como aparece frecuentemente en las construcciones de madera nórdicas permite por otra parte tomarlas como evidencias de influencias románicas o bizantinas en el origen de estas galerías de madera, pero en primer lugar tampoco son infrecuentes las galerías con arquitrabes rectos, y en segundo lugar no es inusitado en la historia del arte que un arco aparezca primero como forma puramente decorativa antes de volverse expresión o imitación de una estructura de bóveda de igual forma*.
* En India y en los más antiguos monumentos egipcios y prehelénicos. 
La idea no resulta para nada remota; nada más fácil que recortar o encajonar en forma de arco un dintel de madera reforzado con tornapuntas.
Pero incluso concediendo que la forma de arco fuera un elemento exótico, en cualquier caso la galería de madera baja y de grandes intercolumnios de las iglesias de madera nórdicas sigue siendo, como motivo espacial, propiedad indiscutible del norte.
La influencia de una arquitectura de madera muy desarrollada y temprana sobre la arquitectura de piedra de los países del norte también puede ser demostrable de otras maneras —tal como ya nos hemos referido, por ejemplo, a la inconfundible mezcla de elementos antiguos y nórdicos en el ornamento románico*.
* Es llamativo en este sentido el ejemplo de construcción de entramado realizada en piedra de la torre anglosajona de Earls Barton en Northamptonshire (Karls Julius Ferdinand Schnaase, Geschichte der bildenden Künste, cuarto tomo, segunda parte, pág. 383).
Earls Barton
Foto de greentool2002




[§ 156, fragmento]


La construcción de techos normanda inglesa es la escandinava antigua, una especie de estructura de barco usada invertida sobre el techo. En este sistema la viga horizontal no es un tirante con la función de mantener unidos a los cabios sino que cuando aparece solamente es arriostramiento que trabaja a compresión, que mantiene separadas a las paredes e impide que sean empujadas hacia el interior, y en algunos casos al mismo tiempo viga de cielorraso —exactamente como en la construcción naval.


El siguiente grabado del interior de la iglesia de Borgund (según Nicolaysen) clarifica lo dicho y muestra al mismo tiempo uno de los ejemplos más antiguos que se preservan de este notable método de construcción90. Se ve cómo los sitiadores de un salón podían sin demasiado esfuerzo empujar a un lado un techo de este tipo, lo que según cantares antiguos efectivamente sucedía de vez en cuando. La rigidez de este sistema depende del conjunto de la quilla, es decir en este caso del conjunto de la cumbrera, para asegurar la indesplazabilidad de los dos cabios.
Interior de la iglesia de Borgund, según Nicolaysen
El efecto de las fuerzas, que en este caso actúan sobre brazos de palanca cortos y que deben prevalecer sobre las contrarias que actúan sobre palancas muy largas, es muy grande, y sólo puede equipararse por medio de dimensiones sumamente robustas de las partes y de su más cuidadosa unión*.


* El problema, en su forma más simple, es cómo hacer completamente e inseparablemente rígidos a los dos triángulos A y B, que están unidos por sus lados más cortos, contra dos fuerzas horizontales actuantes en C y E.
Por lo demás estos techos nórdicos, debido a su estructura de correas, se emparentan más con los techos del sur que con los de Europa central, que en general la abandonaron en el siglo doce. Las correas sin embargo no se apoyan sobre los pares, un sistema antiguo del sur que sería inadecuado para la construcción de barcos, sino que los intersectan como travesaños y se vinculan con los pares conformando un emparrillado o celosía.
El tratamiento carente de decoración, puramente utilitario de las estructuras de techos de las antiguas iglesias noruegas, ciertos recortes en las partes de forma de arco que no pueden tener significado estético en sí mismos, junto con otras circunstancias, evidencian que el encajonado posterior que las oculta hoy fue desde el comienzo parte de la concepción del edificio.
De ese encajonado se liberó la carpintería normanda con la entrada en el sistema gótico, experimentando de hecho su época dorada en los países que se habían vuelto normandos (Normandía, Sicilia, Inglaterra)*.
* Los armazones de techo expuestos de Sicilia ciertamente son totalmente distintos, y ciertamente están concebidos a la manera antigua, pero la exposición de los mismos es normanda. 
La excelente estructura de techo de la Catedral de Ely (fin del siglo catorce) muestra a este estilo en su máxima perfección y en su utilización más magnífica.
† [N. T. E.: a partir de la restauración realizada por Gilbert Scott comenzando en 1850, la estructura de techo de la Catedral de Ely está oculta detrás de un cielorraso que sigue el perfil de los pares y tirantes.]
Otro ejemplo espléndido es el armazón de techo del Westminster Hall de Londres, que Viollet-le-Duc describe con gran precisión en el artículo “Charpente” de su Dictionnaire. En este pieza de exposición de tectónica decorativa se nos presenta la tracería calada como nuevo elemento de la decoración y simultáneo arriostramiento, en lugar del anterior relleno con tablones de los espacios entre las partes estructurales. El empleo excesivo de tracería, junto con las acanaladuras, óvolos, y puntillas, que debilitan a la madera y que el gótico tardío utiliza con tanta profusión, son solamente síntomas externos de la decadencia de esta suntuosa tectónica decorativa, que se alejó cada vez más de su propio principio y terminó sacrificándolo completamente a fines ornamentales puramente superficiales*.


Westminster Hall, modelo de la estructura
© UK Parliament
* Son ejemplos el cielorraso de la sala capitular de la catedral de Exeter (ver John Britton) y muchos techos excesivamente decorados de salones en Oxford, Cambridge, y otros lugares (Pugin). 
Sala capitular de la catedral de Exeter
Exeter cathedral


lunes, 11 de octubre de 2010

Hacia una estética práctica

Pero es el conjunto de la estructura del sistema de Semper lo que hoy parece más interesante y, sí, más relevante, que lo que jamás lo hizo desde su publicación. Hemos perdido las alegres certezas del Werkbund. No releemos a Ruskin y a Morris simplemente como documentos históricos: sus opiniones se han vuelto imperiosas nuevamente. En este clima, la búsqueda de Semper de rastrear toda la actividad artística a una morfología transformativa, basada en cuatro formas básicas del trabajo de la mano con su voluntad sobre el material inerte, adquiere posibilidades fascinantes. […]
Una morfología como la de Semper parece alejada de nuestras preocupaciones; lo que sea que haya hoy de concepción generalizada de la estética se concentra en la relación entre el espectador y el objeto. Una teoría del arte (y en consecuencia una concepción de la estética) en la cual la evidencia principal es la concepción del objeto que tiene el propio hacedor —eso va en contra de las convenciones actuales. […] Es la forma en la que Semper percibe y comprende la manera en que el artista y el artesano relacionan lo que piensan con lo que hacen […] lo que me parece invalorable y urgente. Concebida en un momento en el que el pensar y el hacer pasarían a divorciarse con consecuencias desastrosas, bien puede contener una pauta para su nueva reconciliación.
Joseph Rykwert, “Semper and the Conception of Style”, 1974
De Gottfried Semper und die Mitte des 19. Jahrhunderts (Birkhäuser 1976). Reproducida parcialmente en “Gottfried Semper and the Problem of Style” en Architectural Design 51, 6/7 1981, (“On the Methodology of Architectural History”).


Los “Prolegómenos” a El Estilo comprenden dos partes; la primera es una breve presentación del marco filosófico y unos comentarios sobre la situación arquitectónica de entonces (no muy distinta de la de hoy); la segunda es una introducción a los elementos de la estética de la forma, que se presenta como conocimiento previo necesario para abordar el libro en sí.

En la primera parte Semper justifica al arte en términos de Schopenhauer (el placer de la ilusión de un orden, una representación del sentido que se le da a un mundo que en sí se nos presenta como una angustiante e implacable voluntad sin sentido); luego critica a las corrientes arquitectónicas historicistas, tecnológicas y puristas/especulativas como paso previo a la presentación en la “Introducción” del tema del libro, la estética práctica, que se enfoca en los criterios y los medios estéticos y técnicos con los cuales el artista genera la ilusión del arte —siendo el dominio de esos medios absolutamente indispensable precisamente para el éxito de la ilusión.

Es una de las pocas partes del libro no directamente relacionadas con lo específicamente arquitectónico, artístico, o técnico. En la sección que critica a la estética especulativa, la “filosofía especulativa de la estética”, como finalmente irrelevante para el artista y nociva para el contemplador del arte, Semper agrega una nota al pie con una cita memorable de un “poeta y conocedor del arte” que queda sin nombrar. Junto con otra nota al pie acerca de la máscara y la ilusión en el arte, más famosa, y que también se presenta como por fuera del libro “práctico”, enuncian con síntesis y belleza el marco filosófico que se transluce a lo largo de todo el libro.

[El siguiente texto es una traducción original, publicada aquí como adelanto de la próxima edición en español de Gottfried Semper, El estilo en las artes técnicas y tectónicas, e incluye notas del traductor (†[N. T.:… ]) e imágenes agregadas especialmente a esta edición. Se autoriza la reproducción total o parcial con la atribución a su autor, Juan Ignacio Azpiazu, e indicando como fuente este blog, semper-estilo.blogspot.com.]

[Prolegómenos, primera parte. Fragmento.]


Las escuelas puristas, esquematistas, y futuristas

La filosofía afirma haber definido el concepto de belleza y delimitado precisamente sus subconceptos; en segundo lugar se siente cómoda descomponiendo a la belleza en sus propiedades; si en tercer lugar condujera entonces a una teoría artística viva, la parte estética de su misión estaría cumplida; habría reemplazado a la confusión y la fragmentación predominantes en el arte con unidad del propósito y armonía de las realizaciones. Pero con la filosofía aplicada al arte pasa como con la matemática aplicada a la ciencia natural; la matemática ciertamente puede calcular las diferenciales de cualquier función compleja dada, pero rara vez logra la integración, especialmente en los casos de la física en que hay una interacción compleja de fuerzas cuya ley no ha sido determinada. Pero la matemática al menos busca esa integración y la considera su misión más importante, mientras que la estética de hoy en día rechaza expeditivamente los muy similares temas y problemas de la física del arte (para usar esta audaz expresión a partir de la analogía que existe entre los mecanismos de la naturaleza y los del arte) y declara a este enfoque felizmente superado (Adolf Zeising, Aesthetische Forschungen, Introducción, 2) —el enfoque que esteticistas como Lessing y Rumohr, quienes cada cual en su esfera realmente conocían y entendían algo sobre el arte y su práctica, creían que debían adoptar los artistas para la teoría.

El filósofo del arte está dedicado sólo a la solución de su problema, que no tiene relación alguna con el del artista,
para quien el mundo fenomenal es el origen y el destino de su actividad; mientras que para el esteticista lo primero y lo último es la idea, que para él representa el germen y la semilla de todo lo existente, la fuerza fértil a la que todo, incluida la belleza, le debe su existencia. 
[Adolf F. Zeising, Aesthetische Forschungen, Introducción.]
Para el esteticista el goce artístico es un ejercicio intelectual, un deleite filosófico, que consiste en rastrear la belleza desde el mundo fenomenal hasta la idea, por medio de la disección y el desmembramiento de sus núcleos conceptuales.*
*
[La estética especulativa, como se la cultiva con preferencia, es casi tan estéril para quien representa y construye como perniciosa para quien contempla. Esta estética carece de una comprensión concreta de la belleza; ha sembrado mucha retórica artística pero poco sentimiento artístico. No ha tenido éxito en deducir la belleza formal; en general debe contentarse con destilar de la uva completa sólo el licor abstracto de la idea.
Desde que el arte ha sido colocado bajo esta supervisión especulativa, ni se ha reavivado el sentido para la creación espacial bella, ni tampoco se han vuelto los nervios más sensibles a la vis superba formae†. El pensamiento intuitivo directo no es alentado en modo alguno por esta estética. Su principal apoyo lo encuentra en la incapacidad que tienen tantas personas para encontrar el simple goce de la belleza como tal. Contribuye a esta incapacidad traduciendo para el oído lo que está pensado para el ojo, transformando al arte en no arte, a las formas en conceptos, al placer de la belleza en sabe Dios qué placer, y a la alegría y el humor del arte en pedante seriedad. Pero si la forma, el color, y la cantidad deben primero reducirse a categorías para sentirse correctamente, si lo sensorial ya no tiene sentido en sí mismo, si lo corpóreo, como en esta estética, debe primero dejar su cuerpo para revelar su riqueza —¿no desaparece para el arte la razón de su existencia autónoma?
Mucho se podría decir también sobre las publicaciones de arte, que en mayor o menor medida son el eco de los textos especulativos y estéticos. También promueven las cuestiones materiales más que lo debido. También en ellas el qué domina al cómo; el significado a la apariencia.
De modo que la estética especulativa recuerda en muchos sentidos a la filosofía natural. Así como la ciencia exacta sucederá a la filosofía natural, la estética empírica sucederá a la estética especulativa.
Palabras de un poeta y conocedor del arte††.]


† [N. T.: a la fuerza suprema de la forma, o de la belleza.]
†† [N. T.: el “poeta y conocedor del arte”, a quien Semper no nombra, es Georg Herwegh, que en una carta a Adolf Strodtmann del 29 de octubre de 1862 se refiere a este texto como “una carta a Gottfried Semper”. Se preserva un manuscrito en el Archivo Estatal Ruso de Historia Sociopolítica (RGASPI), y el texto será publicado próximamente por primera vez en el cuarto tomo de la recopilación de su obra y cartas,
Werke und Briefe, kritische und kommentierte Gesamtausgabe, editada por Ingrid Pepperle con Volker Giel, Heinz Pepperle, Norbert Rothe y Hendrik Stein (Bielefeld: Aisthesis 2010).]

Así y todo, la estética especulativa ejerce una significativa influencia sobre nuestras condiciones artísticas, en su estado actual; principalmente a través de los llamados conocedores y amantes de las artes que por su medio se han procurado un régimen artístico esquemático y puritano basado en el puro capricho, que en donde ha logrado penetrar ha producido un penoso empobrecimiento del mundo de las formas artísticas. […]

Otro efecto de la filosofía especulativa sobre las artes se manifiesta en el arte iconográfico ideológico y futurista, la carrera detrás de nuevas ideas, la ostentación de la intelectualización, la profundidad y la abundancia del significado, etc.

Este invocar el interés no artístico, este acento argumental (al que ofrecen dignas respuestas tanto el éxtasis artístico como la frecuentemente ridícula manía por la interpretación por parte de conocedores y arqueólogos), son características o bien del barbarismo o bien de la decadencia; el arte en lo más sublime odia la exégesis y entonces intencionalmente la evita, la oculta detrás de los motivos más generales, más puramente humanos, y deliberadamente elige los temas más simples y familiares —entiende a éstos, exactamente como al material con el que crea, la arcilla o la piedra, meramente como medios para un fin que es suficiente en sí mismo.


Den Himmel erschuf ich aus der Erd’
Und Engel aus Weiberentfaltung,
Der Stoff gewinnt erst seinen Werth
Durch künstlerische Gestaltung!


[El Cielo lo creé a partir de la Tierra,
Y ángeles como elaboración de la mujer,
¡El material recién adquiere su valor
A través de la conformación artística!
- Heinrich Heine, Neue Gedichte]